El valle sagrado de la longevidad que atrae a turistas de todo el mundo en Ecuador
Al sur del Ecuador, había un pueblo ubicado a 1700 metros sobre el nivel del mar, en donde los vecinos más viejos no se avergonzaban de su edad. Todo lo contrario: en este valle “sagrado”, los pobladores llevaban orgullosos sus 104, 112 y hasta 120 años. Se llamaba Vilcabamba, un nombre íntimamente ligado a la historia de los últimos reyes incas. Pero según advierten los locales, el mal llamado progreso rompió, en los últimos años, el hechizo que lo caracterizaba.
La “llanura sagrada”
Vilcabamba es una palabra quechua que significa “llanura sagrada”. El nombre se remonta no a este sitio, sino a otro ubicado en la selva alta peruana, conocido como Vilcabamba La Grande, hasta donde se movilizaron los últimos incas en el año 1536, como una estrategia de resistencia contra los invasores españoles.
El primero de ellos fue Manco Inca Yupanqui. Y el último fue Tupac Amaru, su hijo, capturado y ejecutado por los españoles en 1572, ante la negativa a convertirse al cristianismo. Tras el deceso, el asentamiento fue incendiado y abandonado, y otros con su mismo nombre fueron fundados cerca de allí y también en Ecuador.
¿Por qué viven tantos años?
Descartado el misticismo, queda la ciencia. Hay varios factores que intentan explicar la eterna juventud que presumían los centenarios modernos de Vilcabamba. Uno es el agua que corre por el valle, nutrida de magnesio y calcio en los ríos Chamba y Uchima, y en varios arroyos que descienden directo de los Andes ecuatorianos.
Otro es el aire. Hay allí un clima subtropical seco, con temperaturas que merman entre los 16 y los 23 grados durante el año. Incluso se habló del ejercicio físico de los habitantes, acostumbrados al trabajo agrícola manual en altitud. Una expedición de científicos se movilizó hasta el valle en la década del 70′, pero no logró establecer con exactitud cuál de estos factores es el más determinante.
El sitio oficial de la provincia de Loja, que contiene a este llamativo pueblo, pone el acento en la alimentación. “La retina de ancianos de más de 120 años, casi no existe diferencia alguna con la de una persona de 45 años que vive en la ciudad. En igual forma los análisis que se desprenden de los electrocardiogramas son sorprendentes; conservan sus arterias permeables y su corazón completamente sano”.
“El poblador consume entre otros productos, los derivados de sus cosechas, cereales: maíz, fréjol y arveja; además guineo verde, el camote, la yuca, frutas propias del lugar: papayas, limones dulces, guayabas, aguacates, mandarinas, guabas, etc. Beben café, que es el mejor de la Provincia, pero endulzado con panela; y toman guayusa en infusión. El consumo de cárnicos lo hacen en pequeña cantidad”, reza el sitio, y agrega sobre el agua del lugar que posee “propiedades medicinales capaces de eliminar el colesterol y curar el reumatismo, pero se afirma que dichas propiedades perduran en tanto subsista el ecosistema de Vilcabamba”.
También llegó a Vilcabamba, motorizado por la curiosidad, el médico y escritor argentino Ricardo Coler, y constató que por lo menos, en lo que a los hábitos respecta, los longevos del valle no eran estrictamente sanos.
“Fuman tabaco. Beben el puro, una especie de aguardiente, y además consumen ‘chamico’, un alucinógeno que produce los efectos de la marihuana y la cocaína con un deterioro varias veces superior”, escribió Coler en 2010, en promoción de su libro Eterna Juventud.
El médico se encontró con Manuel Picoita, de 104 años, a quien encontró asestando golpes de machete en el monte. También con José Medina, de 112, quien trabajaba separando la hierba en su huerto con precisión clínica, y sin anteojos.
Pero cautela. “Las tierras de la longevidad desatan un interés malsano. Esa fue mi impresión al enterarme de quiénes son los que compran y construyen en los alrededores”, advirtió Coler en esa publicación de Ciudad.com.
Los jóvenes-ancianos que hoy viven en Vilcabamba coinciden en la apreciación, y suman otras. “Antes se denominaba aquí solamente zona de agricultura. Pero hoy no. Ahora toda la gente estudia y nadie quiere saber de agricultura. Ahora somos consumidores. Ya no hay agricultura. Ahora es puro químico, todo es veneno, y ya no podemos tener esa misma salud que han tenido los de antes. Ya no se vive comiendo lo que la naturaleza de la tierra producía”, dijo uno de los pobladores al youtuber Rubén Díaz (Lethal Crysis) que se acercó en 2019 a desentrañar el secreto del valle sagrado.
“Había mucha siembra. Se sembraba el fréjol, el zapallo, el maíz. Pero en estos tiempos ya no hay. Ya no se cultiva. Desde ahí han venido rebajando los años de la gente. Mi papá tenía 103 años”, comentó otro de ellos. “Dicen que por la alimentación, que era diferente. Ahora hay veces que de pronto mueren”, “Se ha dañado por tanto gringo que vino. Y quedan solo viejos aquí, todos los muchachos estudian y se quedan en Loja”, se suman las voces.
De a poco, Vilcabamba se fue convirtiendo en un pueblo cosmopolita y de retiro. Estadounidenses, canadienses, alemanes, italianos y hasta surcoreanos llegan y se instalan meses o años en el pueblo, en busca de la juventud eterna. “Hay muchos testimonios de personas extranjeras que han llegado a Vilcabamba, algunos sin poder caminar, utilizando su silla de ruedas eléctrica, otros con muletas, otros con obesidad y en un año o año y medio después ya tienen una vida normal, caminando, andando en bicicletas, es curioso”, aseguró el dirigente local Carlos Ortiz al medio RT.
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